Indignación selectiva y xenofobia

He necesitado un par de días de reflexión para escribir estas líneas, y es que, quisiera tratar el tema con la mayor de las sensibilidades posibles, aunque de quienes hablo, parecen no tener la más mínima. Durante esta semana hemos conocido otra de las propuestas del nuevo Consell de la Generalitat Valenciana, en concreto en esta ocasión, de la mano de la Conselleria de Igualdad que dirige la también Vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. La que fue durante no hace tanto tiempo el azote de la corrupción en la Comunitat Valenciana, presentó las nuevas condiciones para acceder a una renta mínima de la Generalitat, en especial por parte de los inmigrantes en situación irregular, que no ilegales, pues dicho sea de paso, ninguna persona es ilegal. Ilegales son las actitudes de algunas personas, aunque tengan DNI español.

Digo nuevas condiciones, y lo subrayo, pues esta ayuda ya existía tiempo atrás, también durante anterior gobierno, dirigido por el Partido Popular. Ahora, hay cambios. Si bien antes la ayuda se situaba en algo más de 300 euros mensuales, a partir de ahora superará los 500, algo más de 200 euros al mes. Una limosna necesaria para personas en riesgo de exclusión social, pobreza extrema o con hijos a su cargo. También hay cambios en cuanto a la edad mínima de acceso a estas ayudas y al tiempo de empadronamiento necesario, en cuanto al primer requisito antes se requerían 25 años, y ahora la edad mínima será de 18, mientras que ya no serán necesarios dos años de empadronamiento, sino uno.

La desagradable sorpresa ha venido por partida doble, y es que, algunos medios de comunicación han querido hacer el agosto con la noticia, y subir las visitas a sus webs a golpe de clics y titulares vacíos o incompletos. ‘Inmigrantes sin papeles empadronados durante un año cobrarán hasta 532 euros’, así, a palo seco, sin miramientos, sin entender que la sociedad en la que vivimos, que no lee, que se informa a golpe de tuit, puede malinterpretar dicha noticia. Además, a la falta de, vamos a decir ‘sensibilidad’, de algunos que escriben noticias, se le suma la inexistente empatía de algunos de nuestros conciudadanos. Basta con entrar a leer los comentarios en redes sociales a la noticia en cuestión: ‘primero los de aquí’, ‘yo no pago impuestos para que se de paguitas a inmigrantes’, ‘yo tengo problemas y no me dan ayudas’, ‘me parece mal que se ayude a inmigrantes ilegales’, ‘es una compra de votos encubierta’ (como si sin tener la nacionalidad pudieses votar). Argumentos fáciles, carne de populismo nacionalista y xenófobo, tan de moda en algunos países de Europa. Comentarios que olvidan que antes que regulares o irregulares, somos personas, que comemos, nos vestimos, y tenemos necesidades básicas que cubrir para tener un mínimo de dignidad humana.

La propuesta de la Generalitat para con los inmigrantes tiene una dotación de  44 millones euros. ¿Sabéis lo que cuesta un auditorio vacío y duplicado como el de mi pueblo, Massanassa? La friolera de 3 millones de euros. Y así, un despilfarro en cada uno de los pueblos de este país. Pero eso no nos indigna, tenemos indignación selectiva. No nos indigna, que en Fallas, por poner un ejemplo, se subvencionen monumentos, insonoricen casales, se tiren tracas, tracas, y más tracas, con dinero público. El dinero público empleado en fiestas está bien empleado, al igual que lo está si lo gastamos en construcciones megalómanas, porque claro, llevarán el nombre de Valencia por todo el mundo. ¿Y la corrupción? Ay la corrupción, ‘si es que todos roban’, que dicen los acérrimos de PP y PSOE.

No nos equivoquemos, no nos indigna que la Generalitat destine 44 millones de euros a rentas de inserción social, nos molesta que se las den a inmigrantes, y nos molesta más si son ‘irregulares’. Hay dinero para muchas cosas, pero lo gastamos en fiestas, despilafarros, corrupción, chiringuitos, subvenciones vacías e ideológicas, y olvidamos que no hay más ideología que la humana. Tenemos indignación selectiva, y un poquito de xenofobia y racismo. Háganselo mirar.

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